Casa Brotherwood: Calor de Hogar

Texto y fotos por Patricio Durán

Imagina el bar perfecto: una amplia carta de cervezas artesanales y experimentales, salidas de schop y vino de barril con una cámara de frío para que la temperatura siempre sea la correcta, quesos para maridar los bebestibles y un servicio cercano, que te haga sentir como en casa. Sumemos coctelería hecha con esos mismos vinos y cervezas, pet nats, sidras, hidromieles, vermuts y gin locales. Y ya que estamos soñando, agreguemos una gata -que con un poco de suerte se posará en tu regazo- música hardcore punk (a volumen razonable, por supuesto) y precios bajo el mercado.

Hace pocas semanas, un bar con estas características abrió sus puertas, lejos de toda la parafernalia de los barrios gastronómicos de moda y sin ningún llamativo afiche que intente engatusar a peatones incautos en busca de un trago. En la décima avenida de San Miguel, oculto tras una reja como la de cualquier casa de la comuna, se encuentra el que -en mi opinión- es uno de los secretos mejor guardados de la ciudad.  Pocos imaginarán que es en este bar hogareño, atendido por su propia familia, donde se sirven las mejores cervezas y vinos del país.

Casa Brotherwood es el resultado de la imaginación de Nicolás Castro, sommelier certificado por la Doemens Academy, que comenzó su camino cervecero limpiando barriles en la Galway Bay Brewery de Dublín y terminó asesorando a diferentes bares en Santiago. Hoy, además tiene Brotherwood, su propia tienda de cervezas artesanales -muchas de ellas experimentales- y vinos “vivos”, como él mismo los llama.

El local está ubicado en la que otrora fuera la casa de su abuela y el calor de hogar se mantiene igual de vivo que antaño. Casa Brotherwood es atendido por el propio Nicolás, su hermano Marcelo y sus padres, Rodrigo y Marcela. Un bar a escala humana donde los productos que podrás encontrar son de pequeños productores y marcas independientes con identidad y sentido de lugar. Este es el sello de Casa Brotherwood.

Para emborracharse con estilo

El día de mi visita, fueron cuatro los vinos que servían por copa: Santa Cruz de Coya, de Roberto Henríquez; Güeyu, un tempranillo de Colchagua; un Chardonnay de Clos des Fous; y el maravilloso Pinotel de Bodegas RE. A esto se suman dos salidas de vino tirado y ocho cervezas artesanales en schop, donde se incluye una nitrogenada para los amantes de la espuma. Los barriles se mantienen en una cámara de frío a 2°, así que tu schopcito siempre saldrá helado. Detalles que marcan la diferencia.

Frente a la barra verá refrigeradores llenos de cervezas artesanales (en su gran mayoría locales) y más de 100 etiquetas de vinos que, como explica Nicolás, “tienen sentido de lugar y buscan promover la tradición vitivinícola del campo de nuestro país”. Y la selección es tan buena, que, aunque elijas uno al azar, no te va a decepcionar.

En cuanto a la coctelería, la propuesta es ofrecer productos hechos en base a sus vinos y cervezas. Pruebe el Profesor Rosa, hecho con gin, tónica botavian, syrup de frutillas, frutos rojos y una cerveza lambic kriek. ¿De culto? No: lo siguiente.

Atrévete también con un Chardosour, similar al pisco sour, pero hecho con el Chardonnay “Locura 2”, de Clos des Fous. Si quieres algo más tradicional pide un borgoña con fruta fresca, que lleva un inédito país/cinsault en barril de Carter Mollenhauer, adictivo a más no poder.

Para el que quiera algo más fuerte, hay una variada oferta de gin chilenos y argentinos, vermuts locales, “The best piscola que algún día tomarás”, hecha con Lapostolle X.O y variedades del ondero Moscow Mule, que tan de moda está por estos días.

Y como no se vive solo de alcohol (dicen), Casa Brotherwood tiene una carta de comida enfocada en el queso, maridaje ideal tanto para vinos como para cervezas. Probé el delicado “Sweet Camembert”, que pasa por el horno y lo sirven con mermelada de frutos rojos, acompañado del exquisito pan de masa madre de la panadería Madeleine. Otra opción es la tabla de quesos de cabra del norte -de 3, 6 y 9 meses de maduración- que vienen acompañados de una mermelada de papaya, también del norte. 

Tampoco se olvidan de las papas fritas, compañeras de mil batallas de la cerveza. Tienen unas caseras hechas al estilo de la abuela, con una montaña de queso cheddar y una lluvia de parmesano/ciboulette. 

Mucho más que un bar

Lo que busca Casa Brotherwood, más allá de una pensada oferta de bebidas y comida, es convertirse en un lugar de encuentro y aprendizaje para quienes deseen entender con mayor profundidad lo que están poniendo en su vaso.

Nicolás Castro realiza semanalmente catas de distintos productos, donde se conversa de sus sabores, texturas y aromas, pero también de la historia y filosofía que existe detrás de la creación de cada uno de estos brebajes.

Este jueves 13 de julio, habrá una cata gratis junto a Cervecería Raíces, para celebrar su aniversario y el lanzamiento de su Hazy IPA. El jueves 20, cata de vermut con Father & Son; y el sábado 22 de julio, cata de Magnums junto a Antiyal, con cuatro vinos en este formato. “La idea es hacer muchas catas todos los meses, unas gratuitas y otras pagadas, para así acercar la educación y la cultura de los fermentados y destilados chilenos”, aclara Nicolás. 

En las pocas semanas que lleva de vida, Casa Brotherwood se convirtió en una meca para los amantes del buen vino, la cerveza y un punto de peregrinaje obligado para sibaritas de todos los rincones de la capital. Mucho más que un bar.

Décima Avenida 1229, San Miguel. @casa__brotherwood en Instagram.

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