Aquí comienza Revista Fondo

 

Por Isidora Díaz

 
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Debo tener un axón mutante entre la guata y el cerebro. Si no, ¿cómo es posible que la comida ocupe todos mis pensamientos? Recuerdo patente el sabor de las flores de arveja silvestre que probé la primavera pasada en Copenhague, y cuando por primera vez comí mero de niña. Antes del café gugleo recetas de kimchi, tarte tatin de endivias, queso de patas. Colecciono memes de comida y envidio lo que otros comen (o dicen comer) en Instagram. Acumulo harinas, caldos y ganas de ir a tal o cual restorán. Aunque cuando voy, adivino calidades dudosas, y seguido paso rabias.

Me asquea cómo la comida se desperdicia, subvalora o sobrevalora. Me entristece cuando se prepara sin amor y aún más cuando se reparte injustamente. Sé que la comida es tan placentera como problemática, y que es vida, cultura, y por sobre todo un hecho político. Y que su importancia debe gritarse.

Pienso TANTO sobre el comer y el beber. ¡Ay, el beber! Bebo con curiosidad y algo más de lo que dice la OMS que está bien. La cerveza produce en mí felicidades hondas y convierte toda aflicción en un murmullo sordo que tras la primera pinta desaparece. Y el vino lo mismo, pero además me regala una calma voluptuosa, junto con un incremento importante en mi capacidad de ser una excelente compañía en la mesa (algo a lo que todos debiésemos aspirar).

Mudanzas intercontinentales, aventuras académicas y otros afanes tediosos me han tenido lejos del cronismo gastronómico, oficio noble al que profesionalmente me debo, y al que desde hoy me entrego con moderadas ambiciones y nula pauta.

Vuelvo a casa.

Aquí se podrá encontrar una carbonada de escritos sobre el comer, el beber y pucha, soñemos que el viajar. Además, incluiré de vez en cuando los polémicos pareceres de distinguidos colaboradores y colaboradoras. Rellenaré con objetos robados, causeos cotidianos y datos ojalá útiles. Y ya viene un sitio web para los temas más largos. Desde cata de maní salado hasta sociología alimentaria: de todo habrá.

Un domingo a la hora de almuerzo comienza Revista Fondo.

Provecho, y salú.

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