“A”, de ahora se acumuló la loza

 

Por Isidora Díaz

[Esta sección es un homenaje a M.F.K. Fisher (Estados Unidos, 1903-1992). Hace doce años devoré en una tarde “Un Alfabeto para Gourmets”, que probó para mí que una se puede dedicar a escribir de comida (así, con dedicación), y que acerca de la comida bien se puede intentar hacer literatura. A modo de ejercicio, entrego aquí mi propio alfabeto gourmet, desde hoy y todas las semanas.]

-un día cualquiera en mi cocina

-un día cualquiera en mi cocina

Ahora mismo lo doméstico es todo lo que tenemos: despensas desordenadas de pronto llamadas al protagónico, la gotera hija pródiga. La planta se pone linda porque mirándola todo el día no me puedo no acordar de regarla. Aquí estaba la pinza. Olvidé sacar el pollo del freezer. El Poett Primavera con que Osvaldina limpia el pasillo del piso 10 se cuela por debajo de la puerta y ahora el café cuidadosamente tostado en Av. Matta que esperé siete días hábiles huele a Poett también, Jesús. Y ahora mismo, sobre todo, trato de no pensar en un cerro de loza que ya cobra vida propia.

Normalicemos tener la cagá en la cocina. Aunque no estoy muy convencida de que normalicemos el uso del “normalicemos”, sí creo que podríamos hasta jactarnos de tener la cagá en la cocina. Otra cosa es la cochiná. Esa sí que no: afane Ud. mensual o bimensualmente y refriegue con rabia hasta serotoninarse. Hablo yo del caos eminentemente pandémico: de esa ruma de platos que se muerde la cola; del sésamo derramado que colonizó todo el depa; del tazón de café que ya nos cantó la suerte varias veces.

Me refiero a lo que ocurre en la cocina de alguien que cocina más rápido de lo que piensa. De quien fabrica mermelada de naranjas, pasta de ají y ponche de culén, todo al mismo tiempo. Pienso también en los desastres ignorados cuando vamos de visita. Porque las visitas tienen el poder de catalizar pasás de pañitos y órdenes flash de los que jamás nos hubiésemos pensado capaces.

Permítase Ud. tener la cagá en la cocina un par de veces por semana; siéntase humano, humana. Constate que el perro de la casa del lado ladra toda la noche de igual forma.


¿Tiene la embarrá? Abra su corazón, tome una foto y mándela. Entre todxs alabaremos su hermosa y gran cagada.

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