Por fortuna, pichanga

 

Por Isidora Díaz

La pichanga de Los Ciervos

La pichanga de Los Ciervos

Por asuntos médicos (nada grave) ayer tuve que salir. Como andaba con permiso, aproveché de estirar las patas y me puse a caminar por Tobalaba desde Bilbao hasta Príncipe de Gales, ya con esa hambre fatigosa que siempre aparece luego de las consultas médicas a media mañana. En eso estaba cuando se me atravesó la Rotisería Los Ciervos, de cuya reputación sabía, pero que aún ‒no me explico cómo‒ no había visitado.

Un frontis retro y casi como de provincia.

Un frontis retro y casi como de provincia.

Me recibe un vaho bondadoso de ahumados, empanadas recién horneadas y el metálico dulzón de las ostras frescas. Lo mismo he sentido en la Fuente Alemana, en ese ratito mágico previo al sánguche; o cuando llegaba a almorzar los miércoles donde mi abuelita Techy (ésa sí que era buena para comer). Es una sensación de ser nutrida sin todavía probar bocado; como si a una la sentaran en una mesa invisible en la que no se sirve otra cosa que respeto por el alimento y el ser humano, y por el tiempo que realmente toma hacer de lo primero un placer para el segundo.

Entrando a la derecha hay una vitrina llena de cecinas retro de distintas clases (tenían arrollado de malaya de chancho, ese con un huevito adentro), un tocino guapo y grueso como Don Draper, quesos en variedad, y una pirámide azteca de la más preciosa pichanga que se haya visto jamás: multicolor, brillante y coqueta, evidentemente recién hecha.

Tocino Don Draper

Tocino Don Draper

Me gustaría nadar en esa pichanga como en esas piscinas de pelotitas para niños.

Me gustaría nadar en esa pichanga como en esas piscinas de pelotitas para niños.

Se me llegaron a salir los ojos. Medio kilo y un cuarto del tocino en trozo. Me fui embobada, como si hubiese presenciado un milagro.

El tour incluyó el almacén de productos regionales @ellocal.cl y la panadería @batard.cl (Tobalaba con Ossa), dos templos Bahai del comistrajo que junto con Los Ciervos posibilitan infinitas combinaciones de causeos en calidad soberbia y a precios nada escandalosos.

El local de El local.

El local de El local.

Ya les contaré más sobre ambos lugares. En Batard (recién abierta), me tenté con un dulce de canela gringo y una hogaza de corteza crujiente y acaramelada (casi con sabor a chicharrón), que le vino magnífico al medio kilo de pichanga que Raúl y yo nos supimos mandar de almuerzo.

Alveolos de puro amor

Alveolos de puro amor

Magdalena Torres y Matías Gattas: un amor harinoso

Magdalena Torres y Matías Gattas: un amor harinoso

Si está en Stgo., use su permiso bisemanal: en un par de cuadras a la redonda hay causeo y del bueno (y todos con delivery)

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