Nicola Gryczka, cofundadora del Social Gastronomy Movement: “Queremos darle voz y poder de decisión a quienes más sufren”

Por Patricio Durán

Nicola Gryczka, cofundadora del Social Gastronomy Movement: “Queremos darle voz y poder de decisión a quienes más sufren”

La emprendedora social que lidera el Social Gastronomy Movement habló con Revista Fondo acerca de la labor que están realizando para transformar nuestro sistema alimentario, enfocándose en la inclusión, el empoderamiento de comunidades marginadas y en su incidencia en empresas como Cargill o Coca-Cola. 

Nicola Gryczka cree que son muchos los cambios que se pueden impulsar a través de la gastronomía. La fundadora del Social Gastronomy Movement (SGM), -o Movimiento de Gastronomía Social- busca conectar y fortalecer a organizaciones y personas alrededor del mundo mediante la comida. Con principios de educación, respeto, regeneración y colaboración, el SGM trabaja para transformar el sistema alimentario desde dentro, promoviendo un enfoque colectivo e inclusivo.

Desde pequeña Nicola entendió que la comida tenía el poder de generar sentido de pertenencia como pocas otras cosas pueden hacerlo. Salió de niña de su natal Polonia y el mayor arraigo que tenía con su país eran las preparaciones que su abuela le había enseñado. Su identidad siempre estuvo forjada por el alimento.

Esta fue quizás una de las razones que la llevó a estudiar hospitalidad y a pasar varios años trabajando ligada a la cocina, antes de pasar a labores más administrativas. Nicola llegó a trabajar al Foro Económico Mundial, donde pudo entender concretamente la importancia del diálogo y la negociación entre partes con intereses opuestos.

Sin embargo, Nicola vio una fuerte desconexión entre quienes hacían las políticas públicas y la gente que estaba sufriendo. Esto la llevó a renunciar a ese trabajo y unirse a Gastromotiva, una ONG brasileña que utiliza la gastronomía como motor para la inclusión. Así comenzó su carrera como emprendedora social.

 ¿Cómo nace la idea de fundar el SGM?

Cuando abrimos Gastromotiva en México y en Sudáfrica nos dimos cuenta que ya había emprendedores locales trabajando con la gastronomía como herramienta de inclusión. En Ciudad del Cabo conocí una fundación que hacía algo muy similar a nosotros, así que no tenía sentido abrir ahí.  Lo que sí hicimos, fue intercambiar conocimiento y les compartimos nuestra metodología para trabajar con la comunidad.

Luego fuimos invitados a El Salvador por el World Food Program de la ONU y encontramos otras organizaciones similares. En ese momento, sentimos que nuestro rol como Gastromotiva no era seguir abriendo sucursales, sino ayudar a que los actores que ya estaban trabajando en estas temáticas pudieran conocerse, colaborar e intercambiar conocimiento. Entendimos que apoyando a organizaciones locales que no tienen suficiente visibilidad ni fondos como nosotros, podíamos tener un mayor impacto. Nuestra premisa era que juntos seríamos más fuertes que separados.

Fue así como hicimos el primer encuentro del Social Gastronomy Movement, el 2018 en Miami. Unimos a más de ochenta emprendedores para conocernos y empezar a crear una red de apoyo.

Esto ha evolucionado mucho y hoy ofrecemos cursos, capacitamos a personas y organizaciones, además de hacer viajes de aprendizaje donde nos interiorizamos con los proyectos de gastronomía social de un país determinado, pasamos tiempo con ellos y vemos cómo podemos acelerar las soluciones que están buscando.

También ayudamos a organizaciones que tienen una estructura muy cerrada para que incluyan a las comunidades excluidas a participar de la búsqueda de soluciones. En todos los casos promovemos un modelo de co-creación.

 ¿Cuál es el principal objetivo del SGM y en qué consiste su metodología?

Buscamos fortalecernos para hacer más inclusivo de manera colectiva nuestro sistema alimentario. Nuestra filosofía es que trabajamos “con” y no “para” las comunidades que están en exclusión. Queremos darle voz y poder de decisión a quienes más sufren, porque son ellos quienes tienen las soluciones.

La metodología que utilizamos es simple: ver dónde hay personas en exclusión, sobre todo jóvenes sin oportunidades, y capacitarlos como auxiliares de cocina o ayudantes. Además de eso, ayudamos en la construcción de una red de restaurantes que siempre está necesitando gente y los conectamos.

¿Qué principios guían al SGM?

 Nos guiamos por cuatro principios fundamentales: educar, respetar, regenerar y colaborar. Tenemos la obligación de educar acerca de las elecciones alimentarias. Además ofrecemos educación para mejorar la inclusión social y también intentamos educar al consumidor en general. El segundo principio tiene que ver con el respeto de los límites planetarios y la soberanía alimentaria. El tercero consiste en acelerar la regeneración del planeta a través de la agricultura regenerativa y también con regenerar el conocimiento ancestral que nos han heredado nuestros antepasados. El último principio tiene que ver con promover la colaboración con todos los afectados por nuestro sistema alimentario para empujar soluciones en conjunto.

 Nuestros sistemas económico y alimentario hoy generan mucha segregación. ¿De qué manera abordan esta problemática?

Creemos que todo el sistema se tiene que sentar en la mesa. Nosotros trabajamos con Cargill, una empresa muy grande y que ha sido fuertemente cuestionada por su rol en la deforestación del Amazonas. También trabajamos con Coca-Cola, una marca global. Si logramos convencerlos de que utilicen un 1% menos de azúcar en sus productos, el impacto puede ser mayor a muchos años de trabajo con actores más pequeños.

Este tipo de incidencia que hacemos con empresas tiene un impacto tremendo. Para nosotros trabajar el mindset de estos grandes actores es tan importante como el trabajo en terreno que hacemos con las distintas comunidades.

Algo que hemos aprendido es que cada empresa es un colectivo de humanos. En ese sentido, si logramos sentar en una misma mesa a humanos con posturas distintas, es posible llegar a acuerdos. El primer paso para los grandes cambios es escucharnos e intercambiar posturas. Creemos que no podemos deshacer todo el sistema económico o alimentario que tenemos actualmente y por eso trabajamos en transformarlo por dentro.

 ¿Qué esperas encontrar en el festival Ñam?

 Siempre ando en búsqueda de la inspiración. Escuchar, observar y conversar con la mayor cantidad de emprendedores sociales que pueda. A través de la conversación surgen nuevas ideas. También busco inspirar a los asistentes y expositores del festival con los modelos que hemos aplicado. Quiero que las personas sepan que se puede ser agente de cambio en todos los niveles. Muchas veces se piensa que es necesario ser una organización grande para hacer cambios, pero te diría que muchos de los cambios más importantes son aquellos que surgen a menor escala.

También quiero sentir que sí es posible realizar cambios. A veces, cuando miro los problemas globales el panorama es muy oscuro, pero ver cambios pequeños en países como Chile donde han utilizado muy bien la gastronomía como motor de cambios sociales, me da esperanza de avanzar hacia un mejor futuro.



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