Vinos con las “3 Jotas”

 

Por Claudia Maluenda, alias @cayamacana

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Por Claudia Maluenda (alias @cayamacana)

Uno de los grandes trabajos en una viña es la vendimia, que en este lado del mundo se da entre los meses de febrero y mayo. Ahora, todo esto depende de las cepas y lugar geográfico del valle en cuestión; aparte, cada año se van adelantando algunas cosechas por el cambio climático. Por otro lado, los valles también se han ido moviendo, y cada vez se ve la vid plantada más al sur, en lugares más extremos o de más altitud (y de ahí va saliendo cuál vino más rico que el otro). 

Esta es sin duda, la parte más técnica de una vendimia… en realidad, ¿cómo es el trabajo en esta temporada en las distintas viñas de nuestro territorio?. Me tomé la libertad de conversar, sin censuras, con algunos viñateros que me contaron de su experiencia: arduos trabajos 24/7, saliendo mucho antes del alba a cosechar el fruto y ordenar los racimos en cajas, para comenzar luego con la esperada producción de juguito de uva. 

Muchas son pequeñas viñas, proyectos personales en los que trabajan ellos mismos, con ayuda de los vecinos, de los amigos, de la familia. En comunidad se comparte y se reparte esta linda tradición de hacer vino. Desde esta selva de cemento, llena de ruido y restricciones, mira una con ojitos de gato con botas, a través de las redes sociales, tan lindo trabajo. Porque lo bonito, lo romántico es lo que se alcanza a ver de afuera, pero ¿cómo harán el trabajo en estos tiempos de COVID?; ¿cuáles son las reales dificultades que enfrentan?.

Para la gran industria, que obviamente cuenta con los recursos, no es ningún problema cumplir con los protocolos. Contratan gente externa para este trabajo temporal, sacan los permisos y arman planillas de acuerdo con la normativa COVID. Cuentan con abogados y asesores. Y muchas veces, compran los frutos ya cosechados a los pequeños viticultores del sector, ahorrándose así todo el cacho anterior.

Para los pequeños viñateros, en cambio, es más complejo el tema. Muchas veces no cuentan con la factibilidad técnica, o los conocimientos o siquiera el tiempo necesario para poder hacer una planilla de trabajadores temporales (que muchas veces son los amigos, los parientes). Para ellos es mucho más difícil poder dar cuenta de un trabajo organizado y visto por las autoridades como "aceptable" en la era COVID, por muy cuidadosos que de verdad sean. Aquí otro punto para la desigualdad que ya está instaurada en el mundo vitivinícola chileno.

Ya es sabido que la gran industria del vino es la que fija, generalmente de manera unilateral, el precio de compra de la uva. En este contexto pandémico/económico, muchos viñateros están atados de manos, ya que al no poder ellos mismos hacer sus vinos, y con tal de no perder la fruta, prefieren vender toda la producción al precio que los grandes decidieron, aunque sea miserable: hablo de $120 el kilo de uva. 

Imaginen que para llenar de vino una botella, se ocupa aprox. el jugo de 1 kilo de uva. 

Así es como los grandes llenan a tope las estanterías de supermercados y tiendas online, y nos ofrecen vinos (aburridos, por lo demás) por sobre los $10.000, cuando han pagado al productor precios de hambre por la uva. Si no nos están tratando de ver la cara, díganme qué es lo que pasa entonces. 

¿Qué podemos hacer? Elegir bien los vinos que tomamos. Organícese, sea busquilla y de una buena vez pare de buscar los vinos con las tres B. Lo que hoy se lleva son las tres J: vinos Jugosos, Justos y de viñas que no se hayan Jodido a ningún pequeño viñatero. 


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