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puro filete casera

El asado según Juan José Saer

Sarlo bien lo señala: la narrativa de Saer sucede generalmente alrededor de un asado, sentados a la mesa, en un rito que, muchas veces, es el único panorama que puede darse en lugares alejados de las grandes ciudades. Yo mismo lo entiendo así. En mi pueblo no hay cines, teatros, ni cafés. Cuando uno se reúne con los amigos las invitaciones a comer, y la parrilla principalmente, son el formato preferido. Hoy, en estos días de excepción, las escasas salidas que me he podido permitir han sido para visitar la casa de mi hermana donde Javier, mi cuñado, se encarga de preparar asados llenos de novedades; María Ester mezcla los bebestibles mientras mis sobrinas juegan alrededor nuestro.

“Un asado no es únicamente la carne que se come, sino también el lugar donde se la come, la ocasión, la ceremonia. Además de ser un rito de evocación del pasado, es una promesa de reencuentro y de comunión” dice Saer.

Por Juan Manuel Zurita

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En “El espacio de la cocina”:

“No dejo de preguntarme: ¿quién habrá pensado cada una de esas cocinas? ¿Habrá sido una persona que sabe asar un pollo entero o una persona que compra arroz pregraneado? ¿Un hombre o una mujer? En Chile, Estados Unidos y Dinamarca, varios álguienes decidieron ya la forma en que mi cuerpo se movería para guardar una olla.”

por Isidora Díaz

La tierna historia de los tres chanchitos

“Los tres se escondieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. El lobo enfurecido empezó a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por donde entrar. Utilizando sus habilidades montañesas, trepó hasta la chimenea.

El chanchito mayor, inteligente, puso una gran olla con agua al fuego. El lobo comilón descendió por el interior de la chimenea, mas cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó. Escapó de allí dando unos aullidos terribles que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca más quiso comer chanchito.

La historia, sin embargo, no queda ahí.”

Por Cecilia Alfaro

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En “Un viaje de comida, amor y autodescubrimiento”:

“Había que comer para seguir estando vivos. La comida era un mero combustible y su preparación una lata burocrática. Por lo mismo, cuando me preguntaron alguna vez cuáles eran los platos favoritos que recordaba de mi infancia, no supe qué responder.”

por Francisca Guzmán

Pasar a comerse un completo

Echo de menos pasar a comerme un completo después de cuatro piscolas, bien tarde y con las orejas retumbadas.

O después de un concierto en el teatro de la Chile encontrar lugar en la barra sagrada y descansar la vista en planchas humeantes y delantales color mayonesa.

Después del notario, con el hambre certificada, pasar a pasar las rabias y a alegar contra los notarios, y sin querer engrasar con mayo el mandato, la transferencia del vehículo, la carta de renuncia….

Por Isidora Díaz

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